El sacrificio

Era una mañana de invierno hace no muchos años. Como cada mañana, el reloj sonaba puntual a las 6:45; era hora de ir a clase. De la cama salía un chico desperezandose y abriendo la boca. Hacía frío y mucho. Al momento encendía la estufa y ponía las manos cerca para calentarse. La luz naranja del calentador lo hipnotizaba y lo hacía pensar. Era aún de noche, tanto que no se veía nada. Entre libros y papeles con escritos que parecían sanscrito, encontraba unos pantalones y una sudadera y se ponía en marcha. Pensaba para sus adentros: otro día más pero otro día menos para lograr lo que quiero. El desayuno era lo habitual por aquel entonces: un nesquick caliente y algo de bollería. Nada sano. Al rato listo para tomar las calles con su mochila que pesaba un dolor rumbo a la universidad. Hacía mucho frío, tanto que no se le veían más que los ojos entre la bufanda y el gorro. Él estaba acostumbrado, vivía sin calefacción pero aquel día hacía más frío de lo habitual. Como cada día, cogía el autobús a la misma hora y iba rumbo a la universidad. Su camino había empezado por fin. Llevaba los bolsillos llenos de sueños y la mochila llena de deseos.

Día tras día, el tiempo pasaba, pero las ideas eran las mismas: no perder el rumbo ni la luz y continuar esforzándose para lograr lo que quería. A veces era muy duro, ya que desafortunadamente esta vida lo es. Pero sin duda alguna él era mucho más duro y quería demostrar lo que valía. Solo entonces todo tendría sentido…..

El sacrificio lo hacemos a diario, en nuestras vidas para salir adelante. Unos se rinden y otros….no. Nadie te dará nunca nada gratis por eso lucha por lo que quieres y nunca mires atrás. Muchas cosas pasarán,  mucho sufrirás pero al final del día, tú habrás ganado.


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